Hace tres años, los médicos le aconsejaron a Esteban Díaz que se inscribiera en la lista de trasplantes de pulmón después de batallar casi toda su vida contra la fibrosis quística.
La enfermedad causa una producción excesiva de moco en los pulmones y el páncreas, dejando a los pacientes extremadamente vulnerables a las infecciones bacterianas.
En el caso este francés de 47 años, los antibióticos que le habían recetado desde la infancia ya no eran eficaces contra las infecciones incesantes causadas por la Pseudomonas aeruginosa, una bacteria que ahora se clasifica como una superbacteria.
En cambio, Díaz (que no es su nombre real) viajó a Georgia, un antiguo estado soviético a orillas del mar Negro, para someterse a una terapia de fagos, un tratamiento médico que, según él, eliminó sus infecciones en unos días y lo alivió de la fatiga persistente, la tos incesante y la falta de aire que lo atormentó durante décadas.